julio 18, 2018 | Comments Closed |
La historia de las primeras calderas se remonta a la Revolución Industrial, con la aparición de la primera máquina de vapor en el siglo XIX, ideada por el ingeniero James Watt. Aunque un siglo antes, el físico francés Denis Papin, ya había diseñado una máquina capaz de almacenar agua, calentarla y generar vapor. La conocida olla a presión proviene de este invento.
A finales de este mismo siglo, comenzaron a instalarse las primeras calderas de carbón. Las tuberías llevaban el agua caliente hasta las viviendas y se repartían por los radiadores de hierro fundido. Este sistema tenía el inconveniente de que, a mayor distancia de la caldera, menor calor tenía el agua, por lo que los vecinos de los primeros pisos tenían que soportar temperaturas excesivas para que los vecinos de viviendas superiores tuvieran la casa caldeada. En realidad, este problema sigue ocurriendo a día de hoy en la mayor parte de calderas comunitarias de circuito de agua.
Con la evolución hacia las calderas de gas en el siglo XX, aparecieron las llamadas calderas atmosféricas, una nueva manera de calentar el agua basada en una serie de quemadores alimentados por gas, que calentaban los tubos por donde circulaba el agua hasta alcanzar los 90ºC.
Debido a la baja efectividad energética de este tipo de calderas, aparecieron las calderas estancas, en las que la zona de combustión está aislada del exterior, por lo que mejora su rendimiento en torno a un 10% respecto a las anteriores. Este tipo de calderas necesitaba una entrada de aire y una salida de los gases, mediante las conocidas chimeneas.
Las calderas estancas dejan paso a las calderas de condensación, que son las que conocemos actualmente. Estas calderas tienen una mayor eficiencia energética y un menor impacto ecológico. Sirven para distribuir el calor a través de radiadores o mediante suelo radiante. Su instalación es más costosa que las anteriores, pero sin embargo reduce la factura de gas, debido a que es más eficiente que las anteriores.
En la actualidad, debido a una Directiva comunitaria aprobada en septiembre del 2015, las calderas de condensación son las únicas que se pueden fabricar y no se permite la instalación de calderas atmosféricas ni estancas.
Con el objetivo de seguir ganando en eficiencia energética, son muchas las comunidades que cuentan con planes Renove para cambiar sus viejas calderas por modelos más avanzados.