julio 9, 2020 | Comments Closed |
Desde el inicio de los tiempos, el hombre ha estado evolucionando para mejorar su calidad de vida. En un principio esa evolución se debía sobre todo para su supervivencia. Por eso vamos a repasar la evolución de la calefacción en la historia.
En su búsqueda de la supervivencia, uno de los elementos claves, fue el descubrimiento del fuego. Gracias a él, las tribus de humanos pudieron mejorar en multitud de aspectos, tanto de alimentación, lo que posibilitó un mayor desarrollo, tanto físico como intelectual, como social.
Fue este uno de los grandes descubrimientos que revolucionó el desarrollo humano. Y como derivado de este fuego, que permitió soportar mejor las inclemencias de la meteorología en su época, concluyó en los actuales sistemas de calefacción por combustión.
Por eso, para saber hacia donde vamos, siempre está bien saber de donde venimos y por eso vamos a hacer un repaso a los sistemas de calefacción a lo largo de la historia.
Como ya comentábamos antes, la aparición del fuego, que se piensa que fue hace 790.000 años, por parte del Homo Erectus, fue toda una revolución para nuestra especie.
Para combatir el frío, el uso de pieles de animales era la única práctica común, así como vivir en lugares para resguardarse del frío, como las cuevas. Esto provocaba además que el hombre no pudiera expandirse por otras zonas del planeta al no poder soportar las temperaturas tan bajas.
Una vez que aprendieron a crear fuego, ya sea para calentar sus cuevas, para cocinar alimentos o iluminar en la noche, tenía un inconveniente del que tuvieron que aprender rápido y era la expulsión del humo generado por ese fuego, así como a delimitar la zona que iba a arder para evitar quemarse.
El uso del fuego y el aprender a encenderlo en casi cualquier situación, permitió la expansión del hombre por regiones que antes eran impensables para él. También mejoró sistemas como la caza, la alimentación y salud en general, al poder cocinar la comida, y otro largo etcétera.
De la forma primitiva del fuego como sistema calefactor y según fue desarrollándose la humanidad, fuimos mejorando la capacidad de calentar el hogar, desarrollando diferentes sistemas.
El sistema de calefacción que apareció entre el siglo III y I a.C, y según consta en escritos, el inventor fue el ingeniero romano Cayo Sergio Orata, usado sobre todo en las termas, al igual que hicieron los griegos.
A este sistema de calefacción se le denominaba hipocausto. En este caso, el fuego no estaba en el propio recinto, evitando así los humos generados por la combustión.
Este sistema de calefacción se hacía construyendo un horno en el exterior del edificio, que se alimentaba con leña y paja. El calor producido por ese fuego se canalizaba a través de unos conductos de terracota, llamados tubuli, ya sea a través del suelo o las paredes.
Normalmente no superaba la temperatura de 30º centígrados, pero existía la posibilidad de aumentar la temperatura, aprovechando el humo que desprendía la chimenea, usando otros tubos, esta vez hecho de barro cocido, para hacerlo repartir su calor.
En Corea, a este sistema de calefacción que se practicaba en Roma y Grecia se le denominaba Ondol. Este sistema se ha mantenido hasta nuestros días, convirtiéndose en un símbolo nacional para los coreanos, con más de 2500 años de antigüedad.
Se basa en la misma forma de calentar las casas, a través de un sistema de conductos por el suelo de la casa, lo que hoy en día conocemos como suelo radiante. En este caso, la caldera estaba en el exterior de la casa, mientras que el hipocausto, no se encontraba en el exterior, sino en el sótano de la casa.
De este modo conseguían evitar posibles accidentes y que la casa saliera ardiendo o evitar lesiones en niños pequeños.
Ambas formas eliminaban la posibilidad de la pérdida de calor en el ambiente, como pasaba con una simple hoguera en el suelo.
Damos un pequeño salto en el tiempo y pasamos a la Europa del medievo, sobre todo la conocemos por edificios de la antigua Castilla. Este sistema se llegó a extender en el tiempo hasta bien entrado el siglo XX
En este caso, la caldera se situaba en la entrada del hogar, cerca de la habitación que iba a calentar. Para ello se utilizaría la paja como combustible. La habitación a calentar se le denominaba Gloria, de ahí el uso de la frase: “Estar en la Gloria”, por el hecho de acceder desde el frío del exterior a una estancia calentada con este sistema.
El calor se llevaba a través de un doble suelo por toda la estancia, en ocasiones incluso se podían permitir calentar de este modo varias de ellas. El calor transmitido por este doble suelo a través del humo y del propio calor generado por la caldera, a través de unos tubos, caldeaban la habitación y desembocaban en un hueco o “húmero”, que se comunicaba con el exterior por una chimenea.
Este sistema de la gloria, permitía un mayor control de la temperatura de la estancia, al regular si se quería dar más o menos calor dejando pasar más aire. Además, se mantenía mejor el calor al no disiparse el calor en el ambiente. También evitaba accidentes como podían ser quemaduras, en especial con los niños.
Antes y durante la aparición de este sistema, en los hogares siempre había un hueco donde se instala la chimenea, que se utilizaba para cocinar y calentar la estancia. Es el sistema heredero de la hoguera, encerrando el fuego en un sitio acondicionado para esta labor, así como el uso de la chimenea para expulsar el humo generado en la quema del combustible, paja o madera.
Como no todo el mundo disponía de una chimenea o la posibilidad de hacer la gloria en sus casas, se utilizaban otros sistemas para caldear el ambiente, como podían ser los braseros.
Este tipo de braseros eran unos platos con carbón que se introducían debajo de una mesa o en los hogares más ricos, en las camas antes de acostarse para que estuviera calientes.
El carbón se producía de la quema de madera en el patio o la calle, y con los rescoldos restantes se ponían en un plato y se tapaba con una rejilla que permitía pasar el calor y evitaba posibles accidentes con el carbón.
Según se iba enfriando el carbón y se convertía en ceniza, se utilizaba una vara o un palo, por norma general de metal o badila, para remover los rescoldos y seguir manteniendo el calor.
Esto suponía que no se podía regular la cantidad de calor que desprendía, siendo muy alto cuando estaba recién “echado”.
Este sistema solía ser muy peligroso, ya que los gases expulsados por la combustión eran nocivos y existen casos documentados en los que familias enteras perecían a causa de esos gases. Igualmente, una mala combustión o un descuido podían provocar un incendio.
Este sistema aún se podía ver en pequeños pueblos de la antigua Castilla aunque por suerte, ya es prácticamente un recuerdo de otros tiempos.
El sistema de estos braseros de carbón evolucionó, o tenían una versión para gente más adinerada y que podía permitírselas. Eran las estufas, que se regían por el mismo principio que los braseros de carbón, pero de una forma más “segura”.
Es una unión entre la chimenea y estos braseros de carbón, y es el primer avance en sistemas de calefacción cerrados.
Este sistema se basa en una rejilla donde se producirá la combustión de la madera o el carbón que generará el calor y que se expulsará el humo generado a través de una chimenea. En la parte inferior se disponía de una bandeja que será la que recoja la ceniza.
La gran ventaja de este sistema, aparte de resulta más seguro, era la posibilidad de regular el tiro de la caldera, permitiendo la mayor o menor entrada de aire y así aumentando la combustión interna, disminuyendo así el consumo de madera cuando no era necesario.
El gran inconveniente es el tener que estar reponiendo la leña cada vez que se agota.
Como dato curioso, Benjamin Franklin inventó la estufa salamandra, que es la primera que se hizo sin integrar en la construcción, permitiendo un mejor manejo del tiro, por lo tanto de la combustión y permitiendo un mayor ahorro en combustible.
El sistema utilizado en estas estufas, junto con la revolución industrial y el control del vapor, fue el que llevó a su evolución a las calderas de hoy en día.
En formas más rudimentarias que las actuales, permitían calentar agua en un depósito para que se distribuya por las tuberías colocada para este fin, hacia los radiadores.
Como podéis comprobar este es el sistema base para todas las calefacciones de hoy en día, y que en este blog vamos explicando, con los nuevos materiales y opciones a la hora de calentar tu hogar.
Por eso, si necesitas cualquier consejo sobre la caldera que instalar o necesites revisarla, no dudes en contactar con Elías Varas.
¿Conoces algún otro sistema de calefacción que no hayamos comentado en este post? Cuéntanoslo.