julio 8, 2021 | Comments Closed |
Desde hace un tiempo a esta parte, podemos ver en el exterior de casi todos los hogares, el compresor para disponer de aire acondicionado. Un complemento en casi todos los balcones o fachadas de muchos edificios.
Pero el concepto de aire acondicionado no es tan moderno como te puedes llegar a pensar, de hecho, se remonta muchos, muchos años atrás, tendremos que remontarnos a una de las civilizaciones más avanzadas, los egipcios.
Este será el repaso a un sistema que cada vez está más extendido por nuestro país y ya no es único de zonas más calurosas y húmedas como la costa del mediterráneo o el interior de la península ibérica.
No cabe duda, aunque nunca hayas estado allí, que Egipto es un país muy caluroso, hasta el punto de ser tener uno de los desiertos más grandes del mundo. Y esto se debe a las altas temperaturas que alcanzan durante el día.
Aunque tienen sus propios oasis para refrescarse, si hacemos un pequeño ejercicio de imaginación, podemos suponer que el Nilo permitía refrescarse durante los momentos de temperaturas más elevadas, pero aquel que no pudiera acceder al gran río, no le quedaría más remedio que pasar calor.
Pero claro, los faraones eran considerados casi dioses, por lo que ese sistema para refrescarse no es el que iban a utilizar.
Las grandes residencias de los faraones estaban construidas con piedras, piedras realmente pesadas que habían sido traídas por miles de esclavos para realizar la construcción de estas gigantescas casas.
Y al disponer de tantos esclavos, la mano de obra no era el problema para conseguir refrigerar sus estancias. ¿Y cómo lo hacían?
Pues al caer la noche, los esclavos se encargaban de transportar algunos de esos grandes bloques al desierto del Sahara, donde las temperaturas por la noche bajaban muchísimo, y de este modo las enfriaban.
Antes del amanecer, los esclavos tenían que volver a llevar los bloques a la residencia del faraón, donde evitarían que el calor entrase, manteniendo las estancias a una temperatura aproximada de unos 26ºC, mientras que en el exterior, esta temperatura podía llegar incluso a doblarse.
Una buena manera de refrescarse, pero solo para unos pocos ¿verdad?
Desde esa época, no llegó a verse un sistema de refrigeración de los hogares, hasta llegar al siglo XIX, en 1842, Lord Kelvin dio los primeros pasos a lo que se podía considerar el principio del aire acondicionado.
Gracias a un sistema frigorífico hermético, un gas refrigerante sería el que se encargaría de cambiar la temperatura del ambiente.
Se basaba en 3 principios:
Pero para encontrar los primeros modelos de aire acondicionado tenemos que trasladarnos al siglo XX, para ser más exactos al año 1902.
Y fue un tal Willis Haviland Carrier, quien comenzó a desarrollar este sistema por encargo de un empresario que tenía una imprenta, y debido a los continuos cambios de temperatura y humedad a la hora de imprimir, echaba a perder muchas de las tiradas, ya que esas modificaciones del ambiente modificaban el tamaño del papel.
Por esa consecuencia, las impresiones no quedaban alineadas y por lo tanto debía desechar esas impresiones lo que suponía una pérdida sustancial de dinero.
Para controlar la humedad y la temperatura, Carrier experimento con tubos enfriados para poder contratarlo y de esta manera apareció lo que se puede considerar la primera máquina de aire acondicionado.
Este artilugio no fue patentado hasta 1906, aunque el concepto de aire acondicionado no llegó hasta que el ingeniero Stuart H. Cramer no patentó otro sistema que expulsaba vapor de agua y que se utilizaba en las empresas textiles.
Hasta 1911 Carrier no desveló las fórmulas que utilizaba para su invención, y que así pudieron usar otros inventores, ya que esas fórmulas son la base que se utiliza hoy en día para realizar cualquier cálculo relacionado con el aire acondicionado.
Desde este momento, este sistema se extendió por multitud de sectores diferentes, como era la industria del tabaco, películas, carnes procesadas…
En 1915, el propio Carrier junto a varios socios, crearon la primera compañía que fabricaría e investigaría estos aparatos para grandes espacios, ya que aún tardaron un tiempo en llegar a los hogares.
De aquí saldría, en 1921, la primera patente de una máquina para refrigerar grandes espacios, y como no, lo haría Carrier junto a sus socios.
Y por supuesto, el siguiente paso lógico, fue el salto a los hogares, que también lo dio el ingeniero Carrier. De hecho, estos sistemas que instalaban en los hogares, no solo servían para generar aire acondicionado, sino que también proporcionaban aire caliente, por lo que se convirtieron en sistemas de climatización.
El problema lo tuvieron con la época en la que coincidió su lanzamiento, en 1928, coincidiendo con la gran depresión de Estados Unidos, por lo que los inicios en cuanto a ventas, fueron bastante duros.
Pero pasada la II Guerra Mundial fue cuando este sistema se extendió por todo Estados Unidos, y poco a poco, por el resto del mundo.
De hecho, exceptuando varios países en los que no son necesarios estos sistemas por su clima y temperaturas, es un elemento que encontramos en multitud de fachadas de edificios.
Y por supuesto, los sistemas han ido evolucionando y mejorando, convirtiéndose en sistemas que consumen menos energía, más silenciosos y con mayores y mejores opciones.
Así que si tienes pensado instalar uno, ya sea en tu domicilio o en tu oficina, no dudes antes en consultar la gran variedad de sistemas que puedes encontrar en el mercado.